Antes de responder la pregunta, conviene pensar si esta es una afirmación cierta. En realidad ¿A los hombres les gusta mucho el sexo anal? Lo cierto es que sí. Es una fantasía, al igual que el trío, que siempre está presente en la cultura masculina moderna.
El placer sexual va mucho más allá de los límites de lo prohibido. El fetichismo, hacer el amor en lugares públicos, o hacerlo mientras que alguien nos mira, son eventos que producen una excitación y un aumento de la libido mayor. Dentro de ese rango de situaciones, se encuentra la práctica del sexo anal, lo que lo hace tan atractivo para los hombres.
Por supuesto, también existe una explicación freudiana para el asunto. Pero no resulta tan atractiva y excitante como la nuestra. De cualquier forma, tener sexo por el ano, con una mujer, es una experiencia inolvidable, en la que el hombre, que es conquistador por naturaleza, logra colonizar un terreno que siente suyo, en su totalidad. Es como clavar la bandera en el territorio por el que se ha luchado durante mucho tiempo.
Si desmenuzamos un poco el asunto, veremos que, introducir nuestro pene, en un agujero estrecho, oscuro y maloliente, en donde es muy difícil tener espasmos eyaculatorios, no es algo que debiera resultar agradable, y mucho menos deseable.
El verdadero placer está en ganar, conquistar y someter. El “enemigo” vencido y entregado nos permite la entrada a todos sus fortines. Pero por fuertes y sometedores que parezcamos, los hombres necesitamos del consentimiento de las mujeres para acceder a tener sexo por el ano.
La mujer a su vez, necesita tener plena confianza en su pareja y relajarse lo suficiente como para permitir la penetración. Es un acto de locura de amor, de sumisión y lujuria. El logro de este nivel de intimidad es una satisfacción similar a escalar el Everest con las manos, sin equipo y sin la ayuda de guías sherpas. Después de todo, el camino solo puede ser recorrido en pareja. No hay lugar para la multitud.
La entrada es blanda, y el camino se recorre a través de pequeñas etapas, que se pueden dividir perfectamente, a lo largo de una noche, hasta que la dueña, este suficientemente preparada para que el camino sea recorrido en toda su longitud… una y otra vez.
Después, un largo abrazo y un beso servirán como premio para el gran conquistador. El, con el pecho hinchado de orgullo, como si fuese un pavo real, mostrará su esplendor, colonizando ahora la parte delantera de este territorio. Luego, juntos compartirán un momento de reposo realmente hermoso.
Por supuesto hay que llegar a revisar los resultados de la campaña. ¿Se sintió placer?, ¿En qué dosis? El hombre, sin duda ahora puede entender mejor el alma femenina. Ahora ha conocido una, en toda su dimensión y no hay lugares ocultos para él.
La mujer, se siente poseída, pero amada. Tal vez el mayor placer fue para ella, pero eso no lo dirá nunca.